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El arte de deambular


Realmente no recuerdo cuándo fue el momento en que decidí comenzar a escribir o si fue simplemente una de esas cosas que se van volviendo parte de uno, como una necesidad. Pudo haber sido en medio de algún camino en el que me perdí o al tomar ese café en medio del barullo de mi soledad. Sea como sea, se me ocurrió esta idea hace un tiempo y no he podido deshacerme de ella, así que decidí llevarla a cabo. Y es así como escribo esto: un poco perdida y con ganas de compartir esta aventura.


Para mí, deambular es cuando paramos en nuestro camino para observar una puesta de sol, cuando decidimos tomar otro camino para ver qué es lo que hay, cuando salimos por un café a un lugar desconocido. Deambular es esa sensación de amar sentirse perdido, de amar la incertidumbre, ese sentimiento de no saber que hay a la vuelta de la esquina. Deambulo para escribir historias con mis pies.





Deambulo para perderme


Me encuentro en una calle de una gran ciudad desconocida. En los rótulos de la calle los garabatos me parecen indescifrables, definitivamente estoy perdida. Señalo a los transeúntes la única dirección que tengo y ellos amablemente intentan decirme con señas como llegar. Después de mucho andar, llegué a una pequeña tienda, el dependiente le pidió a su colega que lo cubriera mientras me conducía por las calles de esa ciudad. Con señas y con las pocas palabras que compartíamos, logró llevarme en cinco minutos a mi destino.




Deambulo para encontrarme


Delante mío está el templo y el silencio. Desde los árboles del fondo, las chicharras cantan alabanzas a la noche y la luna roja ilumina los contornos de la estatua. Nada disturba la paz, ni siquiera los perros se atreven a moverse, nada logra interrumpir la armonía del lugar. De vez en cuando un monje camina a lo lejos, como si estuviera flotando con sus batas, moviéndose al compás de la noche.



Deambulo para sentirme viva


El agua me empujaba río abajo. Queríamos llegar al otro lado del caudal dejándonos llevar por la corriente. Alrededor nuestro, sólo las altas montañas de la cordillera con su misterioso bosque nos protegían.



Deambulo para sorprenderme


En el autobús, todos iban ceñidos en sus celulares, posiblemente haya sido la única que notó lo rojo que estaba el sol en esa tarde de invierno y como los rayos atravesaban las nubes creando parches rosas en el cielo.



Deambulo para aprender


Entré a la pequeña casa agachando mi cabeza, la anciana tejía sentada sobre el suelo. El telar era tan colorido como su ropa que ella probablemente había diseñado. Al sentarme, me ofreció hojas de las que ella mascaba para proteger sus dientes. Ambas sonreímos con nuestros dientes teñidos de púrpura.


Deambulo para crecer


La luz entraba por el espacio que servía de ventana, eran las 6 am y por primera vez en mi vida no había tenido que poner una alarma para despertarme. Los pájaros me habían despertado dulcemente. No tenía ninguna distracción más que la luz del amanecer entre los árboles. La vida seguía un ritmo diferente en ese lugar.



Deambular es un arte que se siente en el alma y que se escribe con los pies. Y vos, ¿por qué deambulás?


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